Hice amistad con un ingeniero metalúrgico francés promotor de una empresa dedicada a la producción de acero al silicio en un País de los llamados “emergentes” de Latinoamérica. El buen hombre reconocía, en un arranque de sinceridad irrefrenable, que su Empresa estaba allí porque aquel territorio le permitía hacer cosas en materia medioambiental que en su País de origen ya eran impensables. La fábrica disponía de una generosa chimenea que utilizaba con persistencia y mi amigo afirmaba que realmente él se dedicaba a fabricar humo negro que regalaba generosamente al mundo y que el acero al silicio era un subproducto que a veces se vendía.
En un tiempo el desarrollo industrial europeo era así, como el negocio de mi amigo, pero afortunadamente estas situaciones se van superando. Estamos aprendiendo a fabricar productos de calidad, o alimentos cada vez más sanos, introduciendo en los análisis de costos las medidas compensatorias a los impactos ambientales. Antes lo que hacíamos tenía menos calidad y basábamos una buena parte del beneficio en echar en el cauce del río más próximo todo aquello que no se podía vender o que resultaba costoso tratar. Si a una Empresa se le requería para que no regalara a los demás lo que no quería para sí, intentaba demostrar lo inasumible del esfuerzo y añadía que peligraban los puestos de trabajo y eso en época de crisis es sagrado, la biodiversidad es algo accesorio. Hoy, afortunadamente, vemos cada vez con más frecuencia empresas que ocupan suelo industrial sin necesidad porque, por su inocuidad, podrían establecerse sin grandes problemas en los centros urbanos.
Pero no todo es así y un ejemplo claro lo tenemos aquí en Zubiri en donde cualquier peregrino del Camino de Santiago pasa bordeando la Empresa MAGNA que fabrica montañas de residuos contaminantes, insanos y rompedores del paisaje, aunque como subproducto obtienen algo que llaman magnesita y que dicen sirve para descontaminar suelos allende los mares.
Sabemos que de los profundos errores vienen los grandes remedios y quizás este principio es aplicable a la desgarrada Europa de las guerras que supo ver en sus ciudades y campiñas, rotas por la violencia intolerante, una vía hacia el respeto de las libertades con hábitos cada vez más conscientes de la necesidad de un desarrollo en armonía con la biodiversidad y el medio natural.
De aquí surgen los principales criterios de conservación que no por casualidad nacen de la preocupación por la recuperación de las especies más castigadas. Se fijan criterios muy estrictos para la definición de Areas de Importancia para las Aves (IBAs) que dan lugar a las Directivas europeas de Aves, Hábitats y a la creación de la Red Natura 2000 como urdimbre de Espacios Naturales Protegidos elegidos por albergar las poblaciones faunísticas y/o sociologías botánicas que debemos proteger a toda costa por estar abocados a su desaparición.
Navarra se apuntó pronto a este proyecto y hoy disponemos de un 24% del territorio al amparo de la legislación europea, estatal y autonómica. El Reino de Navarra ha perdido parte de la soberanía sobre sus territorios en beneficio de la aplicación de reglas de protección medioambiental común, decidida y aprobada de común acuerdo con todos nuestros socios europeos. Pero debemos reconocer que este esfuerzo, que no es gratuito, nos compromete a asumir nuestros compromisos de conservación.
La cantera que Magnesitas de Navarra S.A. quiere explotar junto a Zilbeti atenta contra todas estas reglas y no hace falta esforzarse mucho para ver que sus planteamientos, vendidos como respetuosos con los valores naturales, no se sostienen. Es más, ni siquiera son equilibradas sus bases financieras si se analiza este sector industrial, que ha buscado refugio en China como principal productor siguiendo los mismos principios que empujaron a mi amigo francés a buscar territorios comprensivos.
Pero todo lo que aquí expresamos no pasaría de ser una anécdota si no fuese por el soterrado apoyo del Gobierno de Navarra que utiliza su poder para acallar voluntades entre las administraciones locales y los medios de comunicación, prometiendo no la creación sino la consolidación de 12 puestos de trabajo que ejercerán su oficio detrás de los montones de desechos.
El Gobierno navarro redactó un Plan de Gestión para convertir el Lugar de Interés Comunitario (LIC) de Monte Alduide en Zona de Especial Conservación (ZEC) y lo hizo sin presiones creando así el primer espacio protegido consolidado navarro de Red Natura 2000, protegido por la Ley de Patrimonio Natural 42/2007. El Plan de gestión redactado sin apremios de ningún tipo, señala las actividades tradicionales (Silvicultura, Ganadería, Caza…) que son compatibles con la conservación del territorio pero no contempla en absoluto la explotación minera a todas luces incompatible con el espíritu con el que se creó la ZEC Monte Alduide.
Prueba de la dejadez con la que la Administración Autonómica trata este asunto la podemos ver en el escaso interés por el funcionamiento del Comité de seguimiento (también llamado, Comité de Pilotaje) creado al amparo del Decreto Foral 105/2005 de 22 de agosto. Este Comité se crea para que formen parte de él representantes de las administraciones autonómicas y locales y “podrán formar parte del Comité un experto técnico con formación ambiental designado por las Entidades locales” (sic), pero no prevé la inclusión de Asociaciones de ciudadanos evidentemente más preocupadas por la conservación de Monte Alduide que el Gobierno de Navarra que protege con su silencio y la admisión a trámite, los proyectos e intereses de la Empresa propietaria de la explotación minera.
La Coordinadora Monte Alduide quiso estudiar las Actas del Comité de Seguimiento (o de Pilotaje) para ver como estaba encajando el proyecto de explotación a cielo abierto propuesto por la Empresa MAGNA y después de vencer las perezas administrativas ha conseguido acceder a la única Acta (la de Constitución) que refleja la escasa actividad del Comité en estos cinco años.
En un momento en donde el Gobierno de Navarra autorizó sondeos mineros exploratorios sobre este lugar protegido, a todas luces ilegales, y admite a trámite el proyecto minero totalmente incompatible con las actividades contempladas en el Plan de Gestión de Monte Alduide, el silencio cómplice del Comité de Seguimiento es algo más que significativo.
Ramón Elosegui
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